jueves, 26 de enero de 2012

Desde la autocrítica: menos subvenciones, más pelea, más redes


El sindicalismo, a lo largo de los años, ha sido una herramienta transformadora que se ha enfrentado constantemente al poder en pro de mayores cotas de justicia social. Así, décadas de lucha sindical han forjado cambios radicales en las condiciones de trabajo y de vida de la clase obrera.

No obstante, hoy esto ya no es así. Por un lado, el sindicalismo mayoritario, de concertación, comulga con demasiada frecuencia con los postulados del poder político y empresarial, a cambio de ciertas prebendas. Por otra parte, ese otro tipo de sindicalismo, más de base, más participativo y más combativo, a pesar de su mayor coherencia, tampoco es capaz de salir del escenario que el sindicalismo mayoritario define.

El conjunto del sindicalismo mantiene su influencia y ejerce su actuación en aquellos sectores laborales en los que el mercado de trabajo está más regularizado (Administración, grandes empresas...). En estos ámbitos, la práctica sindical, no sin trabas cuanto más combativa, es posibilitada y en algunos casos favorecida por la legislación o por los acuerdos que las organizaciones sindicales van forjado con sus respectivas patronales o con la Administración.

Mientras tanto, el mundo del trabajo avanza a la precarización y desregulación total que abarca a sectores cada vez más amplios y, por otra parte, la sociedad en su conjunto está padeciendo severos recortes en sanidad, educación y otros servicios públicos, que afectan directamente a las formas de vida y a las posibilidades de futuro de las personas. Paralelamente, paro, desahucios, aumento de la exclusión,.... Se configura así una realidad dual cada vez más escindida, que el sindicalismo tampoco es capaz de afrontar.

Quienes firmamos estas líneas pretendemos abordar, aunque tal vez erráticamente, el reto de conservar la fuerza transformadora del sindicalismo y sus mejores experiencias, pero tratando de evitar el creciente despegue de éste con la realidad social y laboral, especialmente con los sectores en peor posición. Y tratamos de que nuestras posturas sean acorde a eso que propugnamos y queremos.

Al presentarnos en coalición a las elecciones sindicales de Osasunbidea, hemos podido conocer que, debido a un acuerdo del año 95 entre sindicatos y administración, existe una partida anual en los Presupuestos Generales de Navarra para atender los gastos de funcionamiento de las organizaciones sindicales de la Administración Foral. En 2011 se consignó una partida de 35.860 € para tal fin. Este dinero se reparte proporcionalmente por el número de votos obtenidos en las últimas elecciones sindicales. A la colación CGT-Solidari, por los resultados del pasado mayo, le corresponden 394 € por los ocho meses entre mayo a diciembre.

Pues bien, cuando nuestras organizaciones ya cobran la subvención por delegado/a sindical que otorga el Gobierno de Navarra (y ello ya nos lleva repetidas veces al debate y la autocrítica), nos encontramos más protección sindical cuando la protección a la sociedad y a las plantillas se recorta drásticamente, en muchas ocasiones trágicamente. Por ello, sin creer que ello nos libra de numerosas contradicciones ni nos salva de nada por sí mismo, hemos decidido destinar ese dinero (y los años sucesivos), a mejores fines, ajenos a nuestra práctica, dirigidos a la actuación contra las consecuencias de la crisis multifactorial que vivimos.

Transparencia, anhelo de mayor justicia social y un sindicalismo combativo sustentado por la participación son los ejes que nos motivan en esta decisión, ejes que pretendemos cobren más fuerza y realidad en nuestras propias organizaciones y en el conjunto del sindicalismo.