viernes, 14 de febrero de 2014

Unidad Móvil del Banco de Sangre: incidentes “sangrantes”

En dos ocasiones, en un periodo de unos tres meses, la Unidad Móvil del Banco de Sangre y Tejidos de Navarra que atiende a los donantes de varias localidades navarras (la llamada Autohemoteca), se ha quedado “en tierra”, cancelando así la actividad prevista para esos días. Esto supone quebrar el normal funcionamiento de un servicio que cuenta con un calendario ya establecido, previo acuerdo con las personas delegadas que Adona tiene en cada localidad y con citación previa. 
La causa de este descalabro es que ante la falta de chofer no se ha puesto una sustitución desde el Parque Móvil, servicio al que pertenece el conductor, bien por olvido, descuido, ahorro… ¡Con la gente que hay en el paro! Por supuesto, todo esto  sin previo aviso.  Cuando un servicio se abandona de esta manera, se  pierden muchas cosas, algunas de ellas irrecuperables. En este caso se pierde una preciada colecta de sangre que mucha gente necesita, se pierde y se derrocha toda una jornada laboral del personal sanitario que trabaja en dicho servicio (una médico y cuatro enfermeras), se les da “plantón” a los y las donantes que estaban citadas y al delegado o delegada con quien se había organizado todo para poder llevar a cabo la colecta (tener listo el local, pegada de carteles informando a la población, preparar el ágape…). Y no nos olvidemos de la parte económica, porque perder un día de servicio supone un gran despilfarro para la Administración, cosa que no nos podemos o debemos permitir, máxime en estos momentos. 
Esta es una mancha más para el Banco de Sangre y Tejidos de Navarra, por si ya tenía pocas. Esto no tiene ni orden ni concierto y, dicho sea de paso, por falta de jefes y altos cargos no será. Concretamente en el centro al que nos referimos hay un director, un  subdirector y un gestor sanitario…“Mucho pollo para tan  poco arroz”. 
La sin razón de los recortes, la mala gestión, la mala planificación y el interés de este maltrecho Gobierno en desmantelar los servicios públicos para favorecer a la empresa privada, hacen que se den este tipo de actuaciones intolerables. 
Por un lado generan la desmotivación del personal, que ve cómo algunos se empeñan en entorpecer un día sí y otro también, el desarrollo de su labor profesional: Si un día mandan a cinco personas a casa por no hacer una sustitución, otro están trabajando con la lengua fuera por la misma razón. 
Por  otro lado se crea desconfianza y hartazgo en los usuarios de los servicios, algo especialmente grave ya que estamos hablando de donantes de sangre, que con su labor altruista, solidaria y de compromiso social para con el resto de la sociedad, bien merecen un trato más respetuoso y considerado.  
Consideramos que los servicios públicos, y este en particular, se deben mimar, no maltratar, como hemos relatado. En este sentido, creemos necesaria la denuncia constructiva y animamos a donantes y profesionales a no cejar, a pesar de todo. Defendamos nuestra sanidad pública, universal y de calidad, es cosa de todas.

jueves, 6 de febrero de 2014

Facturación


Ya está bien. “Salud intenta facturar la asistencia en urgencias a una inmigrante con cáncer de mama” -es la noticia. Decimos que es una persona ”sin derecho”, en realidad es una persona a la que se le niega el derecho. No eS lo mismo.
Ya sabemos que seguramente no se le cobrará, entre otras razones porque es imposible que pague quien no tiene con qué, pero no deja de ser desde ya una medida disuasoria, y a medio plazo una medida que, una vez instalada y vista como normal, irá apretándose, haciéndose más efectiva y ejerciendo mayor presión sobre estos usuarios. O sea, de hecho no se les cobra de momento, pero no sería imposible que a esta facturación exclusivamente disuasoria le siguieran medidas de mayor calado: mayor persecución de la deuda, poner más restricciones en la asistencia hasta acabar negándola por acumulación de facturas... Nuestros gobernantes y las gerencias nombradas para gestionar lo público han demostrado que no tienen término en los recortes y en el deterioro de los servicios públicos.
Todas las personas puestas en esos cargos ejercen como principal virtud la sumisión, funcionan no como personas con responsabilidad individual sino como eslabones de un engranaje, y van trasladando y ejecutando las órdenes que reciben por muy injustas que las consideren. Así se va configurando una realidad odiosamente injusta, que factura y acabará por rechazar a pacientes sin recursos pero gravemente necesitados.
Cuando la cadena de mando no tiene ninguna voluntad de reaccionar, cuando se someten irresponsablemente y desplazan hacia abajo esas actuaciones radicalmente injustas, éstas acaban por llegar a nosotros, las y los trabajadores rasos, quienes estamos en contacto directo con las personas usuarias.
En ese momento nosotros deberíamos romper esa cadena de sumisión, no dejarnos reducir a piezas del engranaje y actuar como personas que, de acuerdo a su conciencia, se ponen un límite que indica lo que pueden y lo que no pueden hacer.
Trabajamos en el Servicio Navarro de Salud – Osasunbidea y si en alguna ocasión se nos ordena colaborar con la de facturación a alguna persona sin recursos, por motivos de conciencia nos negaremos. Animamos a todas las personas que trabajamos a mantener esta postura. Tenemos la seguridad de que, si lo hacemos un número suficiente, nuestras jefaturas no van a atreverse a tomar ninguna medida contra nosotras. Solo son muy valientes frente a quien consideran sin capacidad de defenderse.