De
la política basura sólo se puede esperar comida basura.
La
política se parece bastante a la cocina. Todo se basa en recetas
bien definidas que indican qué pasos dar para lograr el plato
deseado, que será distinto para según quién, para gustos los
colores. El problema viene cuando unos pocos deciden qué come la
mayoría. Mientras desde arriba nos quieren dejar al borde de la
inanición con insalubres menús a base de recortes, corrupción y
prebendas para el sector privado y la banca, desde abajo exigimos una
dieta sana y equlibrada, para todas las personas.
Quienes
trabajamos en la sanidad pública y quienes somos usuarias de la
misma exigimos esta calidad alimentaria en lo metafórico: gestión
de los asuntos comunes, avance hacia una sociedad más justa y
ecológica,... y en lo literal: un servicio de dietética de calidad
y eficiente, gestionado de forma pública, como se venía haciendo
hasta ahora en todo el Complejo Hospitalario de Navarra.
Con la
receta neoliberal en la mano, siempre nos han dicho que el sector
privado es capaz de gestionar mejor y más barato. La realidad nos
dice todo lo contrario. La Cámara de Comptos ya desveló en un
informe la tremenda diferencia económica de realizar determinadas
pruebas e intervenciones en la sanidad pública respecto a la
privada, siendo mucho más costoso recurrir a la concertación que
apostar por la gestión directa. Teniendo en cuenta que los salarios
y las platillas de los centros concertados siempre son más
deficientes, no hay que hacer demasiadas cuentas para entender que el
diferencial económico pasa a engrosar unos pocos bolsillos. Es
decir, la salud se convierte en un lucrativo negocio.
Al aroma
del dinero, se acercaron distintas empresas privadas a concursar por
gestionar las cocinas de la sanidad navarra. La empresa que ganó, la
que más empleo destruía, lo que demuestra la falta de sensibilidad
hacia la lacra del Paro por parte de quienes nos gobiernan, a la hora
de definir el pliego de condiciones.
Claro,
detrás de esa oferta tan económica que Mediterránea de Catering
puso encima de la mesa hay “gato encerrado” y hablando de comer,
diremos que nos quieren dar “gato por liebre”. Pues bien,
trataremos de poner el “cascabel al gato”, siguiendo con las
felinas referencias.
El
impacto social de la privatización, enviando a decenas de personas
al Paro y empeorando objetivamente la calidad del servicio hace
difícil hablar de ahorro. Y es que hacer las cosas mal sale caro.
Por un lado aumentaremos el gasto en prestaciones en desempleo y por
otro, resulta evidente que pacientes peor alimentados evolucionan
peor y generan más gasto sanitario. El supuesto ahorro directo,
posiblemente nunca se dé, pues la empresa, además de las tarifas
fijas, factura aparte otros pedidos como los cambios de dieta que se
dan según la evolución médica. Además, la empresa utiliza
instalaciones como la cocina del Hospital de Navarra, supuestamente
obsoleta, para preparar desayunos y meriendas. ¿Paga Mediterránea
de Catering por ello?, ¿se está haciendo cargo de la electricidad
consumida por todos los carros de comida?, ¿quién computa el
verdadero Copago alimenticio a esas personas ingresadas que por la
mala calidad del servicio han tenido que llevar comida de casa o de
la cafetería?, ¿quién se hará cargo finalmente de todas las
adecuaciones de las infraestructuras -remodelación de estancias,
ascensores,...-?
Por
último, en lo que a la organización del trabajo se refiere, debemos
señalar por una parte, que se ha hecho un esfuerzo nada desdeñable
para que la plantilla conozca el uso del programa para pedir las
dietas, dejando los servicios con menos recursos de personal, por
debajo de mínimos en ocasiones. Rara vez hemos podido ver un empeño
semejante para lograr una mejor coordinación entre distintas
unidades o servicios dentro del sistema público. Esto, por supuesto,
tampoco esta cuantificado. Por otra parte, para que las dietas entren
y salgan de las habitaciones en las mismas condiciones que antes, la
empresa cuenta con que el personal de Osasunbidea aumente sus
funciones, qué fácil es ahorrar cuando echas mano constantemente de
la cartera de otro.
Ante
esta última realidad, muchas compañeras se están plantando,
tratando de decir ya basta a la sinrazón que vemos a diario, la
injusticia derivada de la privatización. Desde estas líneas
queremos agradecer a estas personas su generosas actitud y su
firmeza. Sería mucho más fácil, sin duda, obedecer y olvidarse de
cualquier problema “disciplinario”, pero su conciencia les exige
coherencia y la ejercen así. Instamos a la dirección a que dirija
sus presiones hacia quienes pretenden lucrarse esquilmando y
degradando lo público, no hacia la plantilla de Osasunbidea. En todo
caso, de haber hostilidad hacia las trabajadoras, será cosa de todas
responder y frenar el abuso, exigiendo responsabilidades no sólo en
los niveles más altos, también a lo largo de toda la cadena de
mando.
Por
último, queremos hacer un llamamiento a toda la sociedad a mostrar
su hostilidad ante la privatización de las cocinas y ante otras que
nos plantearán. Una buena manera es secundar las distintas
movilizaciones que se están dando en este sentido. Digamos basta a
la política basura, exijamos el retorno de la gestión pública,
rechacemos cualquier represalia a la plantilla.
Cacerolada en Virgen del camino (21 enero) Video:http://www.youtube.com/watch?v=4Bu3Rm1yhs8