viernes, 4 de enero de 2013

Más Oferta Pública de Empleo y más justa



OPE, Oferta Pública de Empleo, algo que escasea actualmente. La última de relevancia, la de enfermería, cuyo examen de Oposición se celebró en noviembre y dada la elevada cifra de aspirantes y la de suspensos, nos hace reflexionar en torno al empleo público y el sistema de valoración que se emplea. Partimos de que ninguna fórmula en este sentido va a ser perfecta, pero creemos que es positivo abrir el debate de cara a hacerla más justa.

El personal sanitario se selecciona mediante convocatoria pública, a través del sistema de Concurso-Oposición, en la que deben prevalecer los principios de igualdad, mérito y capacidad.

Pues bien, en lo que se refiere a la igualdad, vemos realmente necesario que además de indicar el temario que debe preparar el opositor, también se especifique para el conjunto de aspirantes, la bibliografía en la que se basa el tribunal para la formulación de las preguntas, por extensa que sea. No es razonable ni se comprende que se exijan al opositor referencias bibliográficas que sustenten la argumentación a favor de la anulación de una pregunta y por el contrario el tribunal una vez posicionado sobre la misma no señale las suyas propias. Por otra parte, ¿se garantiza la igualdad cuando el 50% de las plazas se reservan para la promoción interna?.

Si de verdad queremos que el mérito tenga peso a la hora de seleccionar al personal, creemos que lo justo sería que si un opositor aprueba la oposición pero se queda sin plaza, este hecho debería ser reconocido en el baremo del opositor para las sucesivas convocatorias con la puntuación que se determine, puesto que ha demostrado con su resultado capacidad suficiente.

Existe cierto consenso respecto a que una prueba no siempre demuestra ni los conocimientos ni las destrezas del aspirante, no reflejando, por lo tanto, la aptitud profesional del examinado, de hecho los que no han superado la prueba trabajan posteriormente como eventuales. Habría que buscar otro sistema que no “suspenda” a quien no lo merece. Por otra parte, reseñar que, a veces, por la demora excesiva en el proceso se dan situaciones paradójicas e injustas que pueden llegar a castigar a la persona aprobada con plaza que debe permanecer en paro o en precario durante períodos largos.

Por otra parte, dada la actual situación de paro y de recortes, habría que tener en cuenta aspectos de justicia y reparto del trabajo, por lo que creemos que deben ofertarse el mayor número de plazas vacantes, estructurales o de cualquier otro tipo en las que se desarrolla una actividad por plantilla eventual.

Por último no queremos dejar pasar por alto las sospechas sobre un posible afán recaudatorio detrás de cada OPE. Cada año vemos incrementado el número de personas que se presentan a una oposición paralelamente al aumento de las tasas por prueba (Evolución de las tasas en las OPE de enfermería: 1998, 1000 ptas; 2003, 10/12 €; 2006, 10/12 €; 2008, 18 €; 2010, 41.60 €. Admitidos en 2008, 6220 x 41.60 = 258.752 euros). Cuando menos deberíamos saber qué gastos supone la celebración de la prueba y qué se hace con el dinero sobrante en caso de que así sea.

Valgan estas reflexiones para ir definiendo, dentro del debate público, de qué manera debemos proceder a la hora de gestionar el empleo público con el fin de buscar la máxima calidad de los servicios públicos y la mayor garantía al respeto de los derechos de las personas. En breve deberíamos conocer la convocatoria para auxiliares de enfermería, sería buen momento para empezar a cambiar algo.


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